Ricardo Brey, the alchemist

El Cultural
20 March 2015

While waiting for his participation in the upcoming Venice Biennale, Ricardo Brey, one of the undisputed figures of Cuban art in recent decades, is the subject of a retrospective at the M HKA in Antwerp. But the exhibition extends far beyond the museum. Look for him also at the Saint-Paulus church and the city's Athenaeum.

 When Ricardo Brey finished his studies at the National School of Art in Havana, it was 1978. At that time, painting predominated, but there was a lack of material, and a conceptualist current threatened to make its way on the island, a symptom that had much less to do with the fascination for the arid art proposals of Kosuth and company than with the simple fact that even the sheets that artists pilfered from their homes to paint on were already starting to be in short supply. They were leaden years, but they were also the golden years of art in Cuba, with the best generation the island has produced, that of the Breys, José Bedia or Juan Francisco Elso.
 
Translated from Spanish.
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A la espera de su participación en la próxima Bienal de Venecia, Ricardo Brey, una de las figuras incuestionables del arte cubano de las últimas décadas, es objeto de una retrospectiva en el M HKA de Amberes. Aunque la exposición se expande mucho más allá del museo. Búsquenlo también en la iglesia de Saint-Paulus y el Ateneo de la ciudad.

 Cuando Ricardo Brey terminó sus estudios en la Escuela Nacional de Arte de La Habana corría el año 1978. Entonces predominaba la pintura, pero faltaba el material, y una corriente conceptualista amenazaba con abrirse paso en la isla, un síntoma que tenía mucho menos que ver con la fascinación por las áridas propuestas del arte de Kosuth y compañía que con el simple hecho de que empezaban ya a faltar hasta las sábanas que los artistas sisaban en sus casas para pintar sobre ellas. Eran años de plomo, pero fueron también los años dorados del arte en Cuba, con la mejor generación que ha dado la isla, la de los Brey, José Bedia o Juan Francisco Elso.

Del conceptual tomó Brey sólo lo justo. Al principio le movía la escritura, tanto en su vertiente física, la del contacto con el papel, como en su anhelo de narrar. Como quien pretende fingirse por un momento extranjero en su ciudad para poder mirar lo propio con otros ojos, se vistió de colono para comprenderse desde dentro y desde fuera. Leyó los escritos de Humboldt, que llegó a Cuba en 1800, y, sin caer en simplificaciones sectarias, lamentó que la historia la hubiesen escrito otros. Así, buena parte de su obra de los ochenta implica una restitución histórica. Papeles de Verrazano es un buen ejemplo de esta práctica inicial, una construcción de manuscritos que sigue los códigos estéticos del trabajo del explorador alemán. Son cuartillas que evocan motivos relacionados con el campo de la historia natural.

El titulo alude al pirata italiano que enredó en los mares caribeños a finales del siglo XV, quien a su vez dio nombre a uno de los puentes de Nueva York, ciudad a la que viajó Brey en 1985 y desde la que pudo ver por vez primera el perfil íntegro de la isla.
 
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